odos los integrantes de una empresa deben estar involucrados, de una forma y otra, en el manejo de los riesgos que pueden afectar a la organización.
Los riesgos operativos, de mercado y recursos humanos, financieros, entre otros, forman parte del quehacer de las compañías. Sin embargo, su manejo acertado o no es lo que hace la diferencia.
Si bien todos en la estructura empresarial tienen que ver con esta materia, el mayor peso de esta área de acción lo tienen la junta directiva y los cuadros gerenciales.
El manejo de riesgos es un enfoque de gobierno de la empresa, estructurado y coordinado, que abarca toda la organización con la finalidad de identificar, cuantificar, responder y vigilar las consecuencias de eventos potenciales.
Tradicionalmente el tema de los riesgos siempre se asoció a la parte financiera, pero con el pasar del tiempo las compañías descubrieron que los riesgos se presentan en toda la estructura corporativa.
De esta manera, surgió la herramienta de la Gestión de Riesgo Empresarial (GRE) como un enfoque más amplio para manejar los riesgos y oportunidades que afectan la creación o cuido del valor de la organización.
En este sentido, la gerencia es la que tiene la responsabilidad principal para identificar y manejar los riesgos, implementando la GRE con un enfoque estructurado, consistente y coordinado.
Por su parte, a la directiva de la empresa le corresponde la responsabilidad general de vigilar los riesgos para estar seguros de que son manejados dentro de un nivel aceptable.
Vale destacar que esta gestión requiere contar con un plan, el cual deberían tener todas las empresas, pues garantiza poder defenderse de riesgos internos y externos.
Sin duda, los riesgos son un dolor de cabeza para las compañías. Se pueden presentar en cualquier momento causando desequilibrios en algunos de los procesos que se llevan a cabo. Asimismo, estos problemas pueden alterar el normal funcionamiento dentro de la empresa.
El tratamiento y control de los riesgos debe ser, entonces, abordado afincándose en la parte de la prevención y la detección. Esta última persigue abordar el problema eficiente y eficazmente para minimizar el impacto y consecuencias negativas del evento si llega a presentarse.
En el manejo del riesgo más vale prevenir que curar.
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