A la hora de hablar sobre el estilo empresarial hay que tomar en cuenta que las compañías están conformadas por personas y que lo más apropiado es hablar de estilos de gerenciar, tomando en cuenta que el gerente, al fin y al cabo, es la persona que la organización coloca al frente para llevar adelante las metas y objetivos de la compañía.
Por ello, es importante que los gerentes -indistintamente de la posición que ocupen en la empresa- tengan una serie de características personales y de comunicación y manejen técnicas gerenciales.
Al respecto, existen diferentes estilos de gerenciar: unos acertados, otros no tanto y otros desaconsejables. Uno de ellos -cuyo nombre suena gracioso y divertido- es el bomberil. Aquí el gerente asume las decisiones para apagar los pequeños fuegos que se presenten. ¿El incendio? Que lo asuma otro.
Está el estilo autocrático, que es cuando la decisión se adopta de forma vertical bajo el esquema "ordeno y mando". Mientras que el estilo consultivo se caracteriza por la presencia de cierta confianza del gerente con sus colaboradores, reconociendo sus especialidades y capacidades. Apoyado en ellos, el gerente define los objetivos y las metas.
Otro estilo gerencial es el democrático, que se centra más en el trabajador que en la producción. Los empleados participan en la mayoría de las funciones y toma de decisiones. Todo esto suena muy bien, pero en la práctica ha demostrado que puede resultar contraproducente para las empresas.
Y es que en este estilo, el gerente tiene que pedir una y otra vez la opinión de los colaboradores, lo cual significa someter la decisión a la mayoría perdiendo un tiempo crucial en aquellas situaciones que exigen una toma de decisión rápida y ágil.
En contraste, está el estilo participativo, que ha tomado terreno en las compañías, pues si bien se sustenta en la consulta previa a los colaboradores, el gerente se reserva el derecho a la toma de decisiones finales y el control. Lo más positivo de este estilo es que el trabajo se realiza en equipo, donde todos aportan y apuestan a un bien común, al bienestar de la gerencia y, por consiguiente, al bienestar de la empresa.
En los casos cuando los integrantes de la gerencia tienen la madurez y la especialización, funciona bien el estilo de dejar hacer. En este sentido, las funciones se ejercen en conjunto y cada quien aporta con libertad su conocimiento, experiencia y disciplina, por lo que el gerente participa de manera mínima, más como coordinador.
Al final, del estilo gerencial que se adopte dependerá el éxito o fracaso de la compañía. Así que debe ser asertiva al momento de implementarlo.
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