Hay asuntos que, por resultar cotidianos, pueden agarrar desprevenidas a las empresas, con consecuencias, a veces no positivas, para el negocio. En estos casos, el refrán popular “más vale prevenir que lamentar” cae como anillo al dedo, en cuanto a la necesidad de las compañías de estar preparadas y dar respuesta rápida y adecuada a situaciones inesperadas.
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